jueves, 24 de noviembre de 2011

Capitulo 2

En un acto de rebeldía conseguí levantarme de la cama, intentando no tropezar con nada, porque el objeto simplemente podría sufrir un pequeño accidente. Pedí perdón al mundo a a Dios, que me ayudara. Me preparo y salgo de casa, sin rumbo a algún lugar donde pueda estar sola y quitarme al estúpido de Joan de la cabeza o aunque sea aclararme. Con mi música a tope y los cascos puestos, me tropiezo con alguien.
-Lo siento, no fue mi intención- Muy bien Catherine, no solo te tropiezas con uno sino con una banda de chicos, premio.
-No a sido nada. Por cierto encantado, ¿te pasa algo?- Me pregunta mientras me ve con los ojos hinchados.
-No nada, nada importante.- Me paso la mano por los ojos mientras se me queda mirando.
-Bueno mejórate, ya nos veremos por aquí -Se despide, con la mano, y corre a donde están sus amigos- Por cierto me llamo, Lían.- Levanto la mano para despedirme.- ¿Y tu?
-Catherine.
-Bonito nombre.-Se da media vuelta y desaparece.
Vale Cath eres la mejor, te levantas con cuidado para no tropezar con ningún objeto, pero en la calle vas tropezándote con buenorros, muy bien Cath, está genial. Veo una valla a lo lejos y me acerco. Siento que el mundo se derrumba a mi alrededor, no se ni que hacer. En mi cabeza retumba lo que pasó con Joan, pero ahora tengo en mente al chico de mi torpeza ¿como se llamaba? ah sí, Lían, es un nombre muy bonito.
Decido volver a casa donde se encuentra mi hermano, pero por el camino me encuentro a Lara, una de mis amigas, nos paramos a hablar y nos tiramos un buen rato, tras charla y charla me dice que a encontrado novio, y una aquí echa polvo, porque la persona que quiere le a echo mucho daño, es muy divertido créeme y si no prueba tu misma. 
-Se llama mike, mide 1,70 ya sé es un poco bajito, pero es de mi altura... Cath ¿que te pasa?

-Verás. Pasa que llega un día en que una persona cambia tu vida por completo, ves que se llena de felicidad, que ya nada es como antes. Y es que esa persona es lo mejor que te ha podido pasar, sientes cosas que nunca habías sentido y te gustan, por que sabes que son buenas. Hasta que llega y de nuevo te hace daño, no quieres saber nada, pierdes el control, sabes que sin el no vives que es todo lo que tienes, aunque no tenga nada de sentido... 
-¿No tienes miedo?
-No, ¿Porque deberia tenerlo?
-Porque te has enamorado.

domingo, 20 de noviembre de 2011

El principio de mi novela

Sali de la ducha, aún sitiendome una completa ingenua. Seque mi pelo y me puse mi ropa favorita. Me mire al espejo, estaba realmente destrozada, tenia los ojos hinchados con un color rojizo bastante feo. Pinte mi cara bastante sencilla, un poco de corrector por aqui otro poco por alla, raya en el ojo, y una pizca de brillo en mis labios. Me volví a mirar al espejo, y bueno... Algo mejor estaba, intenté sonreír y salí de la habitación. Me sentí observada asi que giré la cabeza y ahí estaba el con su sonrisa irresistible, sentado en el sofá, mirándome, en ese instante yo me preguntaba ¿Porque coño sonreía? Si me había echo tanto daño, y aún es capaz de sonreír y encima ¿Aparecerme en casa sin avisar?
Joan: Hola Catherine, mi princesa.
Catherine*yo*: Perdona pero... ¿Alguien te invitó?
Joan: Princesa anda ven, no te hagas la dura.-Me acerqué y dije.
Yo: Alee ya "vine" por lo tanto ya te puedes ir.
*Pensamientos de Joan*
Es una princesa, sus ojos color miel, junto a su cara pálida, son perfectos y mejor no hablar de su pelo negro con alguna que otra mecha rubia, y su cuerpo perfecto, cada curva hecha específicamente por el mejor.
*Fin*
*Pensamientos de Catherine*
Es un pesado, encima de hacerme daño, ¿se aprovecha porque sabe que me gusta él?
*Fin*
Me cogió de la mano, me sentó en el sofá, y solo se le ocurrió decir:
Joan: Quiero repetir. - Se puso en pie y me levantó por las rodillas, despacio empezó a llevarnos hacia la ventana donde me pude apollar y comenzó a besarme, primero en los labios luego seguía y seguía hacia abajo.
Esto era lo que me gustaba de él, era directo pero super sensual, conseguía que hiciera lo que el quería en pocos segundos. Terminamos en la cama como siempre, yo dormía cuando el se esfumó, se largó, sin dejar huella, solo yo sabía que él había estado ahí.